El
encaje es definido como un tejido ornamental y transparente que originalmente
se elaboraba artesanalmente y se realzaba con bordados. Este se diferencia del
bordado sobre tul u otros géneros transparentes en que se elaboran
conjuntamente, fondo y siluetas en relieve, siendo una labor de tejido y no de
aplicación de bordado. En sus orígenes éstos encajes se aplicaban en los bordes
o entre dos piezas de tela, como un ornamento encajado entre ellas y se le
denominaba Randa, del alemán Rand (borde u orilla). Los diseños primarios de
los encajes terminaban en puntas con forma de picos, ondas o dentellones, es
por esta razón que en Francia se conoció con el nombre de Dentelles, en España
como puntillas, en Italia se le daba el nombre de merletto y en Alemania spitze
(puntas), pero estas denominaciones sólo se aplicaban a los encajes estrechos
que ornamentaron a las gorgueras, boca mangas y a otras piezas de vestir o para
la decoración.
El encaje no debe confundirse con las labores de calado, puntos cortados, puntos al aire, bordados ni las terminaciones de croché que tradicionalmente se aplican a las prendas, pues estas son labores que se hacen sobre tejidos preexistentes para realzarlos u ornamentarlos. Existen dos métodos artesanales para la elaboración de encajes que se definen por los instrumentos empleados: al BOLILLLO y a la AGUJA pero éstos, han sido remplazados a partir del siglo XIX por máquinas industriales.
El encaje no debe confundirse con las labores de calado, puntos cortados, puntos al aire, bordados ni las terminaciones de croché que tradicionalmente se aplican a las prendas, pues estas son labores que se hacen sobre tejidos preexistentes para realzarlos u ornamentarlos. Existen dos métodos artesanales para la elaboración de encajes que se definen por los instrumentos empleados: al BOLILLLO y a la AGUJA pero éstos, han sido remplazados a partir del siglo XIX por máquinas industriales.
Existe
una polémica respecto a la procedencia histórica del encaje y muchos expertos
ubican su origen en las antiguas civilizaciones de Oriente y en especial Egipto
sin embargo, estas culturas realizaron bordados sobre telas transparentes,
llegando a formar elaboradas mallas de pasamanería con realce de abalorios y de
esta forma, la historia del encaje es confundida con la del bordado. El origen
del encaje se fija a mediados del siglo XVI y se supone que nació en Venecia, Christoph Froschauer en un libro que data de 1536,
aseguraba que el encaje era italiano, y que lo habían distribuido a Suiza mercaderes
venecianos y flamencos. Algunos historiadores aseguran que ya en España medio
siglo antes se ejecutaban las labores de encaje y que la mayoría procedían de los conventos. La confección
artesanal del encaje fue perfeccionada en Amberes al final del primer cuarto
del siglo XVI y su uso se extendió a lo largo del Renacimiento como
ornamentación para prendas elegantes.
En
el siglo XVII, Francia se convirtió en la primera potencia mundial de la moda y
el encaje era empleado en todo tipo de tipo de vestimentas. La monarquía
francesa no tenía rival en Europa como centro de producción de encaje. Calais,
Lille, Sedan, Arras, Normandía, Le Havre, Dieppe, Ruán y Honfleur contaban con
industrias encajeras. Oise, al norte de París, producía fino encaje de seda,
así como encajes metálicos con hilos de oro y plata. Jean Batiste Colbert
Primer ministro del Rey Sol, siguiendo la pauta de Richelieu, potencio la
industria del encaje. Su consigna era no copiar el que se elaboraba en otros
lugares de Europa, como el veneciano, sino producir encaje genuinamente
francés: diseños nuevos, nunca vistos. Para ello, recurrió a los más
importantes creadores artísticos: pintores y diseñadores de la corte de Luis
XIV aportaron ideas a su producción. Los primeros diseños de encaje venecianos
se basaban en patrones geométricos pero los franceses destacaron en el siglo
XVII por patrones orgánicos más elaborados y complicados. Al margen del dominio
francés, en Italia aún se fabricaba, aunque había disminuido la demanda porque
no tenían diseño moderno. El encaje flamenco se exportaba a Italia. Muy
demandado por su gran calidad, se confeccionaba con lino y en seda, en
distintos tonos de blanco perla.
Entre
1715 y 1775 desapareció el imperante estilo Barroco y es reemplazado por el Rococó
y Francia extendiendo su dominio en la moda y con el reinado de Luis XV, la
industria textil adquirió un enorme desarrollo haciendo de los encajes
exquisitas creaciones que engalanaban la moda de la época. Madame de Pompadour fue
retratada frecuentemente con elegantes vestidos “a la francesa”, una moda
lujosa que evidenciaba, en sus superfluos adornos, el gusto predominante del
rococó y el refinado detalle de los encajes, los profundos escotes de los
vestidos eran resaltados con volantes plisados de encajes, que curiosamente se denominan
Tâtez-y (“tocad aquí”).
El
uso que se hizo de estas maravillosas manufacturas de encaje a partir del siglo
XVI contribuyó al desarrollo de la industria textil, estableciendo centros muy
activos de la misma en toda Europa, sobre todo en Italia, Francia, Estados Flamencos,
Inglaterra y España. De aquí se originaron gran variedad de puntos que son
conocidos con nombres como:
PUNTO DE VENECIA: Fue el primero conocido en los mercados
de Europa y el que más influencia tuvo en sus talleres.
PUNTO DE MALINAS: El punto de Flandes floreció en
Malinas. Se distingue por sus mallas de orificios redondos o hexagonales, por
sus flores y hojas naturales que se bordean con un hilo más grueso pero sin
relieves. También se fabricaba en Amberes y Lovaina y con hilo más grueso y
peor malla en Arras y Lille.
VALENCIENNES: encaje de bolillos que se realizaba
sobre una almohadilla, en una sola pieza (red y motivos). Originario del
departamento de Nord de Francia, y floreció de 1705 a 1780 y más tarde la
producción se trasladó a Bélgica en los alrededores de Ypres.
PUNTO DE ALENÇON O PUNTO
DE FRANCIA: Desde el
siglo XVI, se trabajaban los encajes en diversas poblaciones de Francia pero
desde 1665 prevalecieron los talleres de Alençon, imitando a Venecia. Se
distingue de ésta en dar más precisión y naturalidad al dibujo.
PUNTO COLBERT: Llamado así en memoria del ministro de
Luis XIV, Juan B. Colbert que tanto favoreció estas industrias en Francia desde
1661, un punto que tuvo gran desarrollo en Alenzón y otras ciudades francesas.
Se caracteriza por el gran relieve de sus dibujos.
PUNTO DE BRUSELAS: Se caracteriza por la finura del hilo
que procede de un lino especial y la tendencia a la naturalidad en las figuras
y motivos vegetales.
BLONDA: Encaje hecho con bolillos en hilo de
seda (del alemán Blond-rubio), pues en los comienzos de su confección en
Francia, solía tener color amarillo. Tiene una apariencia y tacto suave, con
dibujos de poco relieve. Tradicionalmente empleado para las mantillas.
BURATTO: Uno de los más tempranos encajes de
malla. Se caracteriza por un fondo de red cuadriculado sobre el que se
presentan los dibujos. Lo encontramos actualmente como ornamento en cortinas
para la cocina y mantelería.
CHANTILLY: Encaje de red fina, de poco peso,
hermosa caída y buena elasticidad. Sus diseños son de carácter vegetal, y
presentan abundancia de hojas, flores y guirnaldas. Es un encaje más etéreo que
la Blonda, y se considera más elegante.
ENCAJE SOUTACHE: Presenta diversos patrones de diseño,
pero una de sus características más importantes es que sus dibujos vienen
resaltados o bordeados con un cordón que se conoce con el nombre de soutache.
GÜIPURE - TORCHÓN: Encaje de diseños o dibujos con mucho
realce o relieve, tradicionalmente elaborado en algodón, actualmente en rayón o
poliéster, su patrón carece de mallas ya que sus dibujos se unen unos a otros
por pequeñas bridas.
En el siglo XIX con el Romanticismo el
encaje mantuvo su protagonismo,
engalanando las prendas de vestir, capas vestidos, enaguas, guantes, abanicos,
sombrillas, sombreros, lencería íntima y del hogar.
En 1806 el inglés John Heathcoat invento una
maquina bordadora que inicialmente se utilizó para la fabricación de guantes,
logrando patrones de diseño más complicados y con un menor tiempo de
elaboración. Este adelanto tecnológico casi llevó a la quiebra a los
productores de encaje artesanal, pero la burguesa sociedad inglesa seguía
favoreciendo el encaje hecho a mano. La Época victoriana de Gran Bretaña marcó
la cúspide de la Revolución industrial británica, con esta industrialización la
manufactura de los encajes se perfeccionó y sus motivos se volvieron más
orgánicos y sinuosos, destacando los patrones florales y los motivos de
paisley.
Hacia el final del siglo las tendencias de la moda prácticamente convirtieron a las mujeres en objetos decorativos, ornamentadas con encajes. A principios de 1900, el frufrú de las enaguas con encaje de las bailarinas del Can Can, bastaba para excitar la imaginación de los hombres ardientes. El encaje de Chantilly (hecho a máquina) y en particular el de Valenciennes, eran los más buscados, también los guipures eran muy populares, predominando los motivos florales de chenilla, rosas, lirios y otras flores que adornaban los cuellos, mangas, canesúes y las chorreras de encaje realzaban los delanteros de blusas y vestidos; el encaje irlandés era el favorito de las damas de sociedad y solo ellas podían costearlo, la mayoría de éstos era elaborado a mano por las monjas en sus conventos.
Hacia el final del siglo las tendencias de la moda prácticamente convirtieron a las mujeres en objetos decorativos, ornamentadas con encajes. A principios de 1900, el frufrú de las enaguas con encaje de las bailarinas del Can Can, bastaba para excitar la imaginación de los hombres ardientes. El encaje de Chantilly (hecho a máquina) y en particular el de Valenciennes, eran los más buscados, también los guipures eran muy populares, predominando los motivos florales de chenilla, rosas, lirios y otras flores que adornaban los cuellos, mangas, canesúes y las chorreras de encaje realzaban los delanteros de blusas y vestidos; el encaje irlandés era el favorito de las damas de sociedad y solo ellas podían costearlo, la mayoría de éstos era elaborado a mano por las monjas en sus conventos.
Una de las casas de encajes más prestigiosas de
Francia fue fundada en 1887 por Sophie Hallette. Una empresa familiar que
durante 130 años ha creado encajes para la Alta Costura, el Prêt-à- porte, para
líneas de ropa interior y para la decoración. De sus creaciones icónicas elaboradas
en sus talleres destaca, un vestido blanco sin tirantes que lucio la actriz Marilyn
Monroe en 1953, logrando el reconocimiento internacional por su excelente trabajo.
En la actualidad Sophie Hallette es la una de las mejores fabricantes de
encajes y tules que vemos desfilar en las pasarelas de moda de los grandes diseñadores
como Valentino, Elie Saab, Christian Dior, Dolce & Gabbana, Chanel, Yiqing
Yin, Julien Fournié, Nina Ricci, Oscar De La Renta, Zac Posen, Alexander
McQueen, entre muchos otros.
El encaje hasta hoy en día mantiene su protagonismo y forma parte de los textiles utilizados en las colecciones de los grandes diseñadores de Alta Costura y por las marcas Prêt-à-porte más prestigiosas. Sus diseños reflejan la sensualidad de deidades atemporales que aparecen y reaparecen en un mundo mágico e imaginario de perfecto glamour. Es por esta razón que puedo afirmar que más allá de las tendencias contemporáneas y de vanguardia, el encaje siempre estará presente en la moda.
IMPORTANTE:
El encaje hasta hoy en día mantiene su protagonismo y forma parte de los textiles utilizados en las colecciones de los grandes diseñadores de Alta Costura y por las marcas Prêt-à-porte más prestigiosas. Sus diseños reflejan la sensualidad de deidades atemporales que aparecen y reaparecen en un mundo mágico e imaginario de perfecto glamour. Es por esta razón que puedo afirmar que más allá de las tendencias contemporáneas y de vanguardia, el encaje siempre estará presente en la moda.
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