miércoles, 14 de octubre de 2015

EL CIERRE, CREMALLERA O ZIPPER EN LA MODA

A década y media del siglo XXI y sin tiempo para perder, vivimos en el apuro sin considerar la historia de aquellos avances tecnológicos, que nos han permitido vestir de forma funcional y práctica, desconocemos o ignoramos el nombre de sus creadores y solo cuestionamos su función, cuando se nos traba o rompe un cierre. Es justo en esta circunstancia, cuando nos detenemos a pensar en quien fue el inventor de este ¡endemoniado artefacto!, sin saber a quién culpar de tan grave situación, que nos retrasa y que trastorna nuestra existencia.
El cierre o cremallera es un accesorio que con el paso de los años se ha vuelto bastante indispensable en las prendas de vestir, sus orígenes no están en la ropa, sino en el calzado.


Marcel Mauss
En el siglo XIX el antropólogo Marcel Mauss, dividía a los humanos de la antigüedad en dos categorías según su vestimenta: 
  • Los humanos de vestiduras envolventes, pertenecientes a las zonas cálidas desde África, el Mediterráneo hasta la India (mantos, saris shentis, túnicas, togas). 
  • Los humanos de vestiduras cosidas de las zonas frías, como los mongoles, galos y godos, que en principio ajustaron sus vestimentas con cuerdas, para luego con la invención de la aguja coserlas, adaptándolas anatómicamente para protección del frio.


Además de coser sus vestimentas, las ajustaron con lazos o nudos de cintas, luego se fabricaron broches y hebillas, al inicio en hueso animal para luego hacerlos en metal. La invención del ojal y por ende la del botón, facilitó a nuestra humanidad poder vestir de forma más práctica, los botones fueron fabricados en conchas de moluscos, huesos, cerámica, piedras y finalmente en metales. Los botones llegaron a convertirse en un símbolo de estatus, un ornamento de lujo, ya que se elaboraron en metales y piedras preciosas. Durante siglos los vestidos siguieron ajustándose al cuerpo gracias a correas, botones, corchetes, broches o lazadas. Hasta el siglo XIX este aspecto de la moda se mantuvo más o menos invariable. Los nobles tenían que recurrir a sus esclavos y sirvientes para poder vestirse, pues esta labor no era una tarea fácil.

Elias Howe

En 1851 el estadounidense Elias Howe esbozó un diseño que patentó como “cierre automático y continuo para ropa”, pero abandonó su producción por el éxito que había logrado con la máquina de coser (ganándole los royalties a Singer después de una batalla legal). Transcurridos 40 años, su compatriota Whitcomb Judson diseño y desarrolló un cierre que bautizó como “Clasp Locker” (cierre de gancho), un sistema de sujetador automático de corchetes para calzado que fue fabricado por la Universal Fastener Company y que debutó en 1893 en la Feria Mundial de Chicago, logrando un éxito inmediato. 




Sin embargo el cierre solo se aplicó al calzado, especialmente a las altas botas que se utilizaban como protección para el fango de las calles. El primer pedido que recibieron fue fabricar los cierres para los sacos del Servicio de Correos de los Estados Unidos, a pesar de las mejoras del invento el negocio fracasó, debido a que los cierres se atascaban con mucha frecuencia y tuvieron que retirarlos del mercado.

Gideon Sunbach

Gideon Sundbach, un ingeniero eléctrico de origen sueco, empleado en la empresa de Judson y Lewis, se trastornó por el fallecimiento de su esposa, dedicándose a trabajar día y noche en mejorar el invento y de esta forma olvidar su triste perdida, logrando para 1913 un cierre más funcional con dos hileras de dientes que se juntaban en una única pieza, mediante un dispositivo que al deslizar sobre estas, lograba cerrar perfectamente. Estas dos cintas paralelas y la pieza intermedia formaban una Y. En 1917 fue patentado con el nombre de “Hookless Nº 2” y se comenzó su comercialización. Este invento sólo se aplicó a botas, bolsas de tabaco y sacos de correo. Durante la Primera Guerra Mundial un sastre tuvo la idea de usar la cremallera en los monederos de los marinos, aplicándolos a sus cinturones de cuero. Después se utilizó en los uniformes de los aviadores y en los equipos de las tropas. Al principio de los años 20 su uso se extendió a los porta equipaje, pero su aplicación en la ropa civil no resultó práctico porque al ser metálicos se oxidaban con el lavado. En 1923 la B.F. Goodrich Company utilizó estos cierres para cerrar botas de goma y de esta forma se volvieron populares. Al cerrar las botas el ruido que hacían (“Zip”) le dio un nuevo nombre al invento “zipper”, este es el nombre actual que se le da en inglés.




En Francia la Sociedad Éclair, fundada en 1924, comercializó al cierre bajo el nombre de fermeture éclair que literalmente traduce cierre relámpago, es con este nombre como sigue llamándose en algunos países de habla hispana. Para 1926 los cierres se aplicaron en las braguetas de los pantalones usados por los vaqueros, ya que estas se cerraban con botones, implicando una incomodidad para su ajuste. En Francia para la segunda mitad de los años 30 se empezaron a incorporar a los pantalones masculinos. La revista Esquire en 1937, lanzó un reportaje ponderando al cierre como la mejor invención para la sastrería masculina, ganándole al botón en la famosa “Batalla de las Braguetas”, pero fue la diseñadora Elsa Schiaparelli quien lo incorporó definitivamente a la ropa femenina, aplicándolo a sus diseños surrealistas, como adorno y como un funcional sistema.



A principios de la década de los 30, la empresa Lightning Fastener Company de Gran Bretaña y Canadá experimentó con el plástico, utilizándolo para la fabricación de cierres, Harry Houghton gerente de esta empresa como una estrategia de mercadeo, ofreció a la diseñadora Elsa Schiaparelli 10.000 dólares para que usara cierres en sus creaciones. En una colección la diseñadora incorporó cremalleras de colores en sus diseños, aplicándolos en bolsillos, cuellos, puños y en los hombros. La cremallera se convirtió inmediatamente en otro símbolo representativo de su estilo. Estas cremalleras se fabricaban en acetato de celulosa y en nitrato de celulosa por lo cual no eran muy resistentes al lavado y se deterioraban con facilidad. Aún faltaba tiempo para la llegada del nailon.





En la Segunda Guerra Mundial las cremalleras metálicas se utilizaban en los uniformes militares, en las líneas de trajes funcionales ingleses con la etiqueta CC41, en los modelos Victoria Americana y en los monos de trabajo alemanes, que eran conocidos como trajes sirena, pues al sonar las alarmas facilitaban su rápida colocación para poder correr a los refugios anti-bombas. La cremallera de nailon hace su debut en los años 60, este material aportó los beneficios de resistencia, bajo peso, miles de colores y diseños que dieron un nuevo aspecto y practicidad a las prendas de vestir. 

                             

La mayor innovación del cierre surgió con la creación de modelos que podían separarse o abrirse por completo, que pronto se incorporaron a chaquetas y a otras piezas de vestir permitiendo una fácil adaptación al cuerpo. Los cierres, cremalleras o zippers podemos verlos actualmente en todo orden de productos, para la moda o en productos utilitarios. La NASA ha desarrollado versiones aislantes e impermeables que permiten mantener la presión de los trajes espaciales usados por astronautas y que también son aplicados en los trajes de buceo. Lo cierto es que éste ¡endemoniado artefacto!, que cuando se traba o rompe, retrasa y trastorna nuestra existencia, es en la actualidad un benefactor presente en la mayoría de la prendas de vestir y en un sinfín de productos que más que trastornar, facilita y hace de nuestras vidas algo más placentero.



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