Honrado como el padre de la Alta Costura, su histórica contribución a la moda es legendaria. Charles Frederick Worth nació el 13 de octubre de 1826 en Bourne-Lincolnshire, Inglaterra. Hijo de una familia adinerada a sus 12 años se vió obligado a trabajar; triste consecuencia tras la pérdida del patrimonio familiar, resultado de la irresponsabilidad de su padre, un asiduo apostador en juegos de azar. Su primer empleo fue en Swan & Edgard un almacén de tejidos en Londres, para 1845 trabajó en Lewis & Allenby, comerciantes de tejidos de lujo y proveedores de la reina Victoria, a sus 18 años ejerció como aprendiz en una sastrería donde se especializó en este ancestral oficio.
En el siglo XIX en la calle londinense Savile Row ubicada en el barrio Mayfair de Westminster era el distrito donde se generaban para el resto del mundo las más elegantes tendencias en sastrería masculina, pero la ciudad francesa de París era el reinado mundial, que dictaba las directrices de la moda femenina, en esta ciudad se encontraban los mejores proveedores de insumos para la confección y los más prestigiosos artesanos de la moda. París ofrecía la suntuosidad a una clientela que consideraba la moda como parte imprescindible de su exclusivo y ostentoso estilo de vida. Esta ciudad era el lugar ideal para Charles Frederick Worth.
Worth visitaba en su tiempo libre, la National Gallery, motivado por la gran admiración que sentía al admirar los maravillosos vestidos que aparecían en los cuadros pintados por los viejos maestros. En 1946 impulsado por su sueño, se trasladó a París a probar suerte, encontrando una oportunidad en Gagelin et Opigez, uno de los grandes almacenes y más prestigiosos de la moda en París. En poco tiempo Worth logró hacerse socio de este almacén, gracias a los vestidos que diseñó y confeccionó a su prometida Marie Augustine Vernet, quien pronto se convirtió en su esposa. La clientela de la Maison Gagelin notó la belleza de estos vestidos, tanto así que en 1851 la empresa decidió abrir un departamento dirigido al diseño y confección a la medida, con Worth como director creativo.
En 1851,
Gagelin et Opigez participó en la Exposición Universal de Londres, la primera
exposición mundial, ganando para Francia la medalla de oro con una cola de
corte creada por Worth, confeccionada en seda blanca y bordada en hilos de oro
(valorada en el elevado e inusual precio de tres mil dólares), en 1855
nuevamente se hace acreedor de la medalla de oro en la primera Exposición
Universal de Francia. Ésta fue la gran
oportunidad para Worth y el detonador de su éxito comercial. Asociado con el
sueco Otto Gustaf Bobergh, fundó en el otoño de 1857 la Maison Worth en el
número 7 de la rue de la Paix. Worth era
el genio creativo; Bobergh, se ocupó del aspecto comercial. No habrían podido
escoger un mejor momento. La Francia del segundo imperio estaba gobernada por
Napoleón III y su esposa Eugenia de Montijo, quienes
quisieron hacer de París una gran ciudad imperial.
Madame
Worth fue la primera en darse cuenta de la importancia que podían tener la
emperatriz y las damas de la corte en la expansión del negocio de Charles. Marie Augustine manejó el asunto de forma
indirecta, visitando a la princesa Pauline de Metternich, esposa del embajador
de Austria, a quien mostró un cuaderno con diseños de Worth. Madame Chiffon
(apodo de la embajadora), se indignó ante la idea de que un inglés pretendiera
vestir a las francesas, pero al ver los diseños se entusiasmó y encargó dos
modelos, un conjunto para el día y un vestido de flores de tul drapeado para la
noche. Cuando la Emperatriz Eugenia vio a Pauline en la Tullerías con este vestido
de tul, le preguntó el nombre de su couturier, vertiginosamente la emperatriz
se convirtió en la mejor clienta de Worth. Con esta importante cliente, pronto
se convirtió en el proveedor de la corte francesa y como consecuencia, en el
proveedor de todas las cortes europeas. Entre sus clientas se encontraba la
Reina Victoria amiga de Eugenia, la emperatriz Isabel de Austria (Sissi);
actrices como Sarah Bernhardt, grandes damas de la sociedad y alguna que otra
demi mondaine.
Para
esta época los couturiers permanecían en el anonimato, las damas ordenaban los
diseños tomados de revistas y hacían cambios a criterio propio, contradiciendo
esta costumbre, Worth diseñaba sus creaciones y sus clientas elegían sin emitir
opinión. Él fue el primer modista o diseñador que atendió en su propio atelier.
El couturier para sus pruebas elaboraba cada diseño en una toile, un prototipo
del vestido hecho en liencillo, este modelo se ajustaba a las medidas de la
clienta para luego ser confeccionarlo en
las telas adecuadas y con el acabado exigido. Para proteger sus creaciones estas
llevaban una etiqueta con su firma, de esta forma no sólo aseguró su autoría,
sino que creó la MARCA, distintivo inconfundible de una casa de modas.
Siguiendo las pautas de Rose Bertín, Worth elevo al modista al estatus de gran
couturier y a la categoría de artista. El nombre del couturier era ya más
importante que el de las damas que lucían sus creaciones.
La
contribución de Worth a la historia de la moda es legendaria, fue el primer
couturier en producir colecciones completas para cada estación del año (en
primavera y otoño), y no simples vestidos aislados, exhibía sus vestidos en
maniquíes vivientes, mostrando como lucirían los vestidos en forma natural y
dando vida a sus diseños, de esta forma instauró los desfiles de moda para la
presentación de colecciones. Worth no sólo se preocupaba de sus creaciones,
sino que escogía los peinados, los accesorios y las joyas que realzarían cada
vestido, con lo que enseñó sutilmente a su clientela a combinar los conjuntos
de manera armoniosa.
El
ambiente de la Maison Worth ha sido comparado con el de una embajada, donde
reinaba una absoluta discreción. La caída del Imperio en 1870 y el advenimiento
de la República no hicieron mella en el éxito de Worth. Las monarquías
española, italiana, holandesa y rusa, así como las ricas herederas americanas y
las luminarias del mundo artístico, permanecieron fieles a sus creaciones. Ese
mismo año se separó de su socio, Bobergh, quien regresó a Suecia por temor a la
situación política. Su casa se convirtió en una empresa familiar a la que
pronto se incorporaron sus dos hijos: Gaston y Jean-Philippe, que aseguraron el
relevo, el primero ocupándose de la gestión y el segundo de la creación.
En
1871, Worth explicó a la revista inglesa Blackwoods los hábitos de consumo de
su clientela internacional: las francesas eran hábiles ahorradoras, las
inglesas no solían hacer locuras y las alemanas eran las que menos se
interesaban por sus trajes. Sus mejores clientas eran las rusas y las
norteamericanas: algunas de ellas gastaban en sus salones más de 4.000 libras
al año. En 1897, las clientas podían encargar diseños de Worth por teléfono,
por correo o visitando una de sus tiendas en Londres, Dinard, Biarritz o
Cannes.
Charles Frederick Worth murió el 10 de
marzo de 1895. Gastón contrató a Paul Poiret, un novel diseñador que destacaba
por su creatividad. Durante dos años, Poiret intentó hacer evolucionar la
filosofía de la casa para pasar de la pura elegancia a una elegancia más
práctica. A pesar de que sus esfuerzos no coincidían con las ideas de
Jean-Philippe, el joven creador consiguió llevar la empresa en una nueva
dirección que resultó ser adecuada, ya que a principios del siglo XX, con la
desaparición o el declive de la mayoría de las cortes europeas, el mundo de la
moda ya no era el mismo.
Los hijos de Worth dejaron una duradera
huella en la moda. En 1910, Gaston Worth se convirtió en el presidente de la Chambre
Syndicale de la Haute Couture, institución creada para velar por la calidad de
la alta costura y luchar contra la piratería; Jean-Philippe Worth también fue
nombrado presidente en 1923, durante su dirección logró que los trabajadores de
la industria de la moda obtuviesen vacaciones pagadas. También desempeñó un
papel crucial en la fundación de la École de la Couture Parisienne, entidad de
formación profesional creada en 1930.
La Maison Worth se extendió ampliando su
mercado, lanzando en 1924 su primer perfume, Dans la Nuit, le siguieron otros
diez. El negocio de los perfumes sobrevivió a la casa de moda, que fue
adquirida en 1954 por Paquin, y de esta alianza surge la firma Worth-Paquin,
cerrando definitivamente dos años después.
Tres características de la empresa de Worth
son las que establecieron los fundamentos básicos de cualquier casa de
modas:
- Dirección personalizada por un director creativo, actualmente llamado diseñador.
- Presentación de colecciones para cada temporada del año. Quedando estructurada la moda para las temporadas: primavera/verano y otoño/invierno.
- Presentación y exhibición sobre maniquíes vivientes. Institucionalizando la pasarela para la presentación de colecciones, showrooms, y en definitiva, las casas de moda.
El ejemplo de Worth fue seguido
inmediatamente por otros pioneros en toda Europa. Pero la importancia de que la
moda comenzara a ser una actividad industrial repercutió no sólo en el textil,
sino en otros sectores, el fenómeno moda cambió sustancialmente; naciendo así
la moderna industria de la joyería, la del calzado, la peletería, que pronto se
integraron a la Alta Costura, y la perfumería que con el tiempo ha alcanzado
una gran importancia. De esa época datan marcas prestigiosas que aún perviven:
Guerlain perfumes, Cartier en joyería y Revillon en peletería.
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Maravilloso, me encanta el post. Gracias por subirlo ♥
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