lunes, 5 de octubre de 2015

ROSE BERTIN LA COSTURERA DE LA REINA-MINISTRO DE LA MODA DE PARÍS

Las tendencias de la moda francesa fueron muy influyentes durante el siglo XVIII. El mundo elegante siguió el ejemplo de la moda de París. Hasta aproximadamente 1675, la ropa de los altos estratos sociales era confeccionada por sastres o por sus sirvientes pero, a partir de ese momento, la tarea pasó a manos de los couturièrs. Las damas utilizaron los servicios de las couturières y sombrereras, que se convirtieron en verdaderas creadoras de la moda.
En Francia, la “MAESTRA COUTURIÈRE”, encargada de realizar los vestidos y las sombrereras consiguieron imponerse en una profesión hasta entonces dominada por los hombres. Gracias a Rose Bertin, las comerciantes de modas pasaron de ser simples costureras a convertirse en reconocidas creadoras ya que hasta entonces, la mayoría trabajaba en el anonimato. Rose Bertin empezó a promocionarse ofreciendo sus servicios a las damas de la alta sociedad. Poco tiempo después, asumía el doble papel que representaba ser couturière de la reina y “Ministra de la Moda” de París. Ella fue una perspicaz mujer de negocios, capaz de crear y dirigir una empresa que empleaba a numerosas trabajadoras. Aportó un sistema precursor de la firma, pues en sus vestidos hechos a medida inorporaba un monograma con sus iniciales.
A sus 16 años se trasladó a París para formarse en el arte de la confección. Se inició como aprendiz en la boutique Au Trait Galant y a sus 29 años se arriesgó montando su propio negocio, al que llamó Au Grand Mogol, donde se inició vendiendo cofias, casquetes y bonetes, velos de gasa, pañoletas de encaje y batista, guantes bordados, sedas y muselina.  Las damas elegantes acudían en masa a su tienda de la rue Saint-Honoré, entre ellas estaban Madame Polignac y Madame de Guiche.


Ella fue descubierta por María Antonieta poco tiempo después de su coronación en 1774. Durante dos décadas diseño para la joven Reina los más excéntricos atuendos de estilo rococó, impactando a la corte de Versalles, quienes antes habían criticado a la soberana por su sencillez y sus modales provincianos. Este dúo con gustos atrevidos, marcó las tendencias de la moda del Rococó tardío, contribuyendo a liberar a la mujer de los preceptos del vestir en su tiempo. Rose acudía dos veces a la semana a Versalles para probar a María Antonieta y la corte criticaba el hecho de que esta plebeya tuviera acceso a la áreas privadas de la reina, honor que pocos tenían, ya que era visto como inapropiado. La corte se escandalizó desde el inicio de su relación,  no entendían que mademoiselle Rose tuviera acceso a la Reina, además, para asombro de muchos, la diseñadora expresaba  abiertamente que no trabaja para ella, sino con ella. En los pasillos de Versalles la tildaban de arrogante, despótica e insolente. Pero la envidia y la rivalidad solo aumentaron su reputación.


Con María Antonieta como su mejor clienta, la puerta de Au Grand Mogol no tardó en colgar el letrero de «Proveedora de la corte». Pronto recibió de la Reina el mayor honor concedido a costurera alguna, en agradecimiento al éxito logrado en la corte de Versalles gracias a sus creaciones,  la monarca le otorgó el título de “MINISTRE DES MODES”. Este cargo pronto dio la vuelta al mundo y comenzaron a lloverle encargos de Rusia, Suecia, Austria, Inglaterra,  llenando las arcas del negocio. Las creaciones para María Antonieta corresponden al pomposo estilo rococó,  pero Bertin durante el periodo pre-revolucionario trabajó con las tendencias inglesas, confeccionando vestidos inspirados en el redingote masculino, usados para las veladas campestres y para montar a caballo, de igual forma desarrolló sencillos vestidos de inspiración pre-neoclásica, cuando la Reina empezó a retirarse a su Pequeño Trianón, palacete privado donde llevaba una sencilla vida rural, Rose diseñó vestidos sueltos en muselina, ajustados solamente con lazos de cinta y en delicados tonos pastel, azul celeste, rosa empolvado y cheveu de la reine, implementando en la corte de Versalles y en París la moda à la Trianon. 



En la primavera de 1789 amplió su negocio de modas, extendiéndose a más de 30 empleados en el taller. Su pasión por el negocio de la moda la mantuvo al margen de los acontecimientos revolucionarios y poco le preocupó los levantamientos en las calles parisinas, así como tampoco despertó interés por la toma de la Bastilla el 14 de julio. Pero los sucesos de la época se precipitaron y la familia real fue obligada a trasladarse a París. La estampida de las nobles familias francesas comenzó para esta fecha y a pesar de la situación social y política, Rose Bertin siguió produciendo moda para sus clientes en el extranjero, incluso, cuando la reina fue arrestada tras un fallido intento de huida, Rose siguió recibiendo pedidos y produciendo. Fue en febrero de 1793, que mademoiselle hizo su equipaje para poner rumbo al exilio y  refugiándose en Viena para luego instalarse en Londres, donde descubrió que la Revolución había resultado ser un extremado nivelador social ya que algunas de sus anteriores clientas se habían convertido en sombrereras, costureras e incluso sirvientas.
Ocho meses después, la Reina fue decapitada en París. Para su ejecución, María Antonieta Reina del Rococó Tardío, lució un sencillo vestido blanco, una cofia de lino, medias negras y zapatos en seda de color ciruela. Rose Bertin regresó a París en 1795, donde había dejado a su sobrino a cargo de los talleres de confección, pero no logró encajar en esta nueva etapa de la historia francesa, la “Ministro de la Moda” falleció en 1813 a sus 66 años en su maison.  En 1814, cuando Luis XVIII se hizo cargo de la regencia, la familia real mandó invitar a la Ministra de la Moda, al enterarse de la muerte de la «divina Bertin», lloraron tristemente la perdida de tan valioso personaje de la moda francesa.


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1 comentario:

  1. Impresionante, es interesante como una mujer logro un legado tan grande en una época tan convulsa, muy bueno

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